La historia del lacre

La historia del lacre: de la Antigüedad a Chile

El lacre no es solo un material decorativo que vemos en invitaciones de matrimonio, packaging exclusivo o botellas de vino. Su historia se remonta a miles de años y ha sido protagonista en documentos solemnes, secretos imperiales y gestos de distinción social. Hoy en Cera y Sellos queremos llevarte en un viaje por su origen, evolución y presencia en Chile.

Los orígenes del lacre en el mundo

Antes de existir el lacre como lo conocemos, las civilizaciones ya buscaban maneras de proteger y autenticar documentos o mercancías. En el VIII milenio a. C., en Mesopotamia, se usaban bullae de arcilla para sellar tablillas y envases. Más tarde, en la Roma antigua, el betún fue el material elegido para marcar pertenencia y asegurar que algo no había sido manipulado.

El verdadero salto llega en la Edad Media europea (siglo XII), cuando surge el lacre clásico: una mezcla de cera de abejas y trementina de Venecia, teñida con cinabrio rojo. Estos sellos no solo cerraban documentos, también representaban autoridad, identidad y estatus.

Con el comercio global del Renacimiento, se incorporó la goma laca proveniente de Asia, dando lugar a fórmulas más resistentes y a una paleta de colores cada vez más amplia.

El lacre en la historia de Chile

En Chile, el lacre llegó con la tradición hispánica durante la Colonia. La Real Audiencia de Santiago (1605–1817) replicaba los protocolos de la monarquía española, donde los documentos oficiales se validaban con obleas de lacre.

Durante el siglo XVIII, los escribanos coloniales ya utilizaban herramientas de acero, madera y lacre, como atestiguan piezas conservadas en el Museo Histórico Nacional.

En el siglo XIX, el lacre se extendió al ámbito social y epistolar. Benjamín Vicuña Mackenna, por ejemplo, tenía un sello personal para sus cartas. Al mismo tiempo, las normas postales chilenas exigían que los envíos con valor declarado estuvieran asegurados con lacre fino (reglamentos de 1894 y 1925).


*Timbre de bronce y madera que perteneció a Benjamín Vicuña Mackenna.

Incluso el mundo de la propiedad industrial lo incorporó: en 1904, las patentes de invención en Chile incluían lacre oficial como parte del proceso de registro.

Del declive a la reinvención

Con la aparición de los sobres preengomados a finales del siglo XIX, el lacre dejó de ser un método funcional de cerrado postal. Sin embargo, lejos de desaparecer, encontró un nuevo lugar: el de la distinción estética y ceremonial.

Hoy, el lacre es símbolo de elegancia, tradición y personalización. Lo vemos en invitaciones de matrimonio, branding de lujo, packaging artesanal, botellas de vino y cartas que buscan transmitir autenticidad.

El lacre hoy: tradición y creatividad

En Cera y Sellos mantenemos viva esta herencia milenaria, ofreciendo lacre flexible y sintético, sellos de bronce personalizables y kits para que cualquier persona pueda experimentar la magia de estampar.

El lacre ya no solo protege un documento: transforma lo cotidiano en un gesto único, conecta con la historia y da un sello personal a tus proyectos.

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